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2010-02 ♦ El Mercurio

El Mercurio 8.02.2010PURA VIDA EN EL MUSEO DE ARTE MODERNO DE CHILOÉ

Diversas exposiciones, artistas extranjeros en residencia y la instalación «Perros de Terracota» se concentran esta temporada en el espacio ubicado en Castro.

Carola Lara B.

El Museo de Arte Moderno de Chiloé no es una construcción fría ni un analítico proyecto de arte contemporáneo que intente atraer públicos. El recinto de madera respeta la arquitectura de la zona y se sitúa en el Parque Municipal de Castro, concentrando especialmente durante los veranos variedad de actividades y obras, siendo atractivo natural para los turistas y la comunidad.

«Lo que aquí ocurre es fascinante… El museo está realmente vivo», sostiene Antonio Becerro, artista y gestor de «Pintacanes», proyecto en conjunto con La Pintana, donde figuras de «quiltros» en fibra de vidrio fueron intervenidos por creadores, pobladores y autores reconocidos de distintas disciplinas, como el artista Gonzalo Díaz, el poeta Armando Uribe, el músico Patricio Manns y el historiador Gabriel Salazar, entre otros.

«Perros de Terracota» es la instalación que afuera luce como hallazgo arqueológico, una ironía a la muestra del Ejército de Terracota que está en el Centro Cultural Palacio La Moneda y una crítica al restringido sistema de arte actual, dice Becerro.

El MAM se abrió en 1988 para cubrir la falta de espacios dedicados a arte contemporáneo y descentralizar la cultura. Con una colección de casi 500 obras, no recibe subvención y se mantiene gracias a donaciones y a las cuotas de sus Socios Amigos. En un intento por bajar los costos de exhibición, sus gestores -Eduardo Feuerhake, Edward Rojas y Coca González- lanzaron hace dos años un Programa de Residencias que le dio nuevo giro, atrayendo a artistas a trabajar in situ.

La polaca Dagmara Wyskiel, por ejemplo, realizó en enero una intervención en el paisaje que derivó en un video sobre un mapa de Sudamérica sumergiéndose en el mar. Complementa la muestra fuera del museo, con un jardín de relojes izados al cielo. Así, tensiona elementos objetuales con los cambios de la naturaleza.

En estos días, la colombiana Hilda Piedrahita tematiza la idea de isla a través de un mural con técnicas mixtas y serigrafías en tiestos con agua, invitando a los visitantes a escribir sus impresiones sobre el concepto. El sueco Andrés Ronlünnd graba a caminantes en las calles de Castro para reunirlos con transeúntes de Estocolmo y Upsala a través de una video-proyección. Hasta el 16 de marzo, se podrán ver además las pinturas de José Triviño y Andrés Manríquez, y una instalación de la reconocida diseñadora de vestuario Juana Díaz, que deconstruye trajes usados. Coca González, curadora, cuenta que en las inauguraciones asisten hasta 400 personas y que en toda la temporada (noviembre-marzo) pueden llegar hasta cinco mil.

Reafirma que la idea es que los artistas estén en el lugar: «Estoha tenido una importancia enorme para la comunidad. Cumplimos 22 años, hay niños que han crecido y se han hecho artistas influidos por esta experiencia».

Fuente: Diario El Mercurio